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Foto del escritorZoraida Santiago

Aires Bucaneros, Cuba y mi canción

Continúo narrando la historia de cómo fue que la música me volvió a convocar en Nueva York, inesperada y subrepticiamente. Empezó con un piano, unos amigos cantando en la calle y un café-teatro. Poco después de la experiencia de El Batey, con mi amigo, el excelente guitarrista Rafi Álvarez, montamos un repertorio de canciones a guitarra y voz. Una tarde tocábamos frente a la Librería Libro Libre, en la Calle 14. Roy Brown pasaba por allí y se detuvo a escucharnos. Cuando terminamos, se nos acercó a hacernos una invitación: nos habló de su proyecto con Palés, de su canción Aires Bucaneros. Sugería que formáramos parte del proyecto y yo, ni corta ni perezosa, acepté sin pensarlo dos veces. Eso fue en el 1978. Roy se había mudado a Nueva York poco antes, con su familia, su esposa y dos niñas pequeñas. Pronto se unieron al proyecto Pablo Nieves y Carl Royce. A todo esto, yo seguía con mi proyecto de estudios graduados.

Comenzamos un proceso de ensayos que duró varios meses, durante los cuales trabajábamos en taller, casi siempre en casa de Roy, cada cual aportando ideas musicales sobre la base de las canciones que ya él había compuesto. Así nacieron los arreglos bucaneros de varias canciones de poemas musicalizados por Roy, que incluyeron, además de Aires bucaneros, a Caballo de palo, de Clemente Soto Vélez; Serenata y Ahora me despido, de Corretjer; Vendrás, de Hugo Margenat y música de Miguel Cubano; Bailando con los negros, de Neruda;, y de Roy, Encántigo y Noches de Santiago. Una de mis primeras composiciones, Prisa loca, fue incorporada en el repertorio y en el disco que se grabó en enero de 1979, con la colaboración generosa de Fran Ferrer.

Pero antes, como regalo inesperado de la vida, me tocó formar parte, junto a Roy y Aires Bucaneros, de la delegación de Estados Unidos al 11 Festival Internacional de la Juventud y los Estudiantes, en La Habana. Celebrado en el verano de 1978, ese Festival supuso una experiencia más, una bien importante, que fue definiendo lo que haría en la música. Pueden imaginarse lo que significaba para mí, a los 26 años, pararme a cantar en el escenario del Teatro Carlos Marx en la Gala internacional, junto a artistas cuyo trabajo conocía y admiraba inmensamente, y otros que conocí allí.

Sobre el Festival, sobre lo que pasó allí y y lo que viví, podría escribir mucho más. Pero eso será en otro momento. Ahora solo quiero terminar afirmando que en ese año, en el que recibimos, allí en La Habana, el 25 de julio, la noticia de los asesinatos del Cerro Maravilla, se definió el rumbo de mi música. Lo que yo iba a cantar, lo que iba a decir, no tenía nada que ver con un producto diseñado para un mercado que en aquel momento se cerraba para los que íbamos a Cuba, los que hablábamos de descolonización, de independencia, de Albizu, y de tantas cosas importantes, más importantes que el "éxito" artístico. En ese momento comencé a darme cuenta de que mi música iba a ser mía, sin fórmulas, sin fronteras. Nadie me iba a decir qué cantar, excepto mi sentido estético y mi experiencia como puertorriqueña, como mujer, como artista que estudiaba Antropología.

Esa decisión tuvo consecuencias, aunque en ese momento yo no era plenamente consciente de que sería así. Todavía, en mi ingenuidad, pensaba que no iba a ser tan difícil ese camino. Pronto caería en cuenta de que la música iba a ser parte de mi vida, pero no de la manera en que en aquel momento confiaba que fuera. Comenzaba un camino plagado de escollos por todas partes, de sinsabores y decepciones. Pero esa es otra historia. La dejo para otro día.

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2 Comments

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debarus
hace 3 días
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Por acá disrrutando muchísimo leerte!

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Zoraida Santiago
Zoraida Santiago
hace 2 días
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😍😘

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