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Foto del escritorZoraida Santiago

Rutas y desvíos


Voy a volver a mirar

la memoria, el hogar

Recordar, rescatar,

revivir, reafirmar

Voy a escuchar, voy a estar

siempre abierta al azar

y acordarme de cuanto viví

sin temor a enfrentar el dolor.


Hoja de ruta


Me mudé a Nueva York en 1972, con 20 años recién cumplidos. Mi meta era estudiar una maestría y doctorado en Antropología. Venía con un bachillerato de la UPR y con muchas ganas de explorar y aprender. Hasta ese momento, y a pesar de que cantaba desde niña, no se me había ocurrido dedicarme a la música. Pero el camino se presentaba distinto a como me lo había imaginado. Una hoja de ruta se traza, pero siempre hay que estar abierto al azar.

Poco después de llegar tomé un primer "desvío". Me integré al Comité del PSP del West Bronx. Vendí Claridad en las esquinas del barrio, me hice miembro de carnet rojo del Partido, pasquiné, organicé actividades y grupos de estudio, todo con la energía y el optimismo que da la juventud. También estudiaba, pero sin mucho entusiasmo, porque el departamento de Antropología en el que me matriculé no me convencía. Ni los profesores, ni las clases, parecían tener algo que ver conmigo, con mis inquietudes. Así seguí por un tiempo, buscando mi lugar. Y así, sin querer queriendo, sin planificar, el azar y las circunstancias me alejaron temporeramente del mundo académico. A ese regresaría eventualmente.

Llegó aquel fatídico 11 de septiembre de 1973. En el apartamento del Bronx que compartía con otros estudiantes, escuchamos las terribles noticias. Pronto comenzaron a llegar a Nueva York muchos exiliados, no solo de Chile, sino de Argentina, El Salvador, Nicaragua. Víctor Jara, ese inmenso referente de la canción comprometida, había sido torturado y asesinado, junto a miles de estudiantes, profesores, artistas, trabajadores, que hacía poco habían celebrado con tanto regocijo el triunfo de la Unidad Popular. Todavía vivo la amargura de aquel momento, la frustración, la impotencia.

Nuestra generación vivió muchos momentos así. Aquel septiembre parecía haber acabado con las esperanzas, las utopías. Pero sabíamos reagruparnos, Descubríamos que Víctor Jara se había quedado, en sus canciones, que entonces estuvieron en boca de todos. Levántate, y mira la montaña, cantábamos. Levántate, y mírate las manos, para crecer, estréchala a tu hermano.

Decidimos aprender las lecciones de la historia, y nos dimos cuenta que había que estudiar. Las preguntas que teníamos, que eran muchas, las hablábamos, las discutíamos. Leíamos mucho. Así, regresé al mundo académico, y encontré el Departamento de Antropología de New School. Allí supe que los puertorriqueños habíamos creado fama de excelencia. ¿Eres de Puerto Rico?, me decían. Pues tienes que ser buena. Encontré mi lugar.

Pero entonces, trabajando como reportera de Claridad Bilingüe, conocí a Roy Brown, recién llegado de Puerto Rico. Corría el 1977. De ese otro "desvío" les contaré después.


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