Una carta en el cajón
- Zoraida Santiago
- 22 oct 2024
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 31 dic 2024

El otro día escribí sobre el origen de mi nombre y el de mi mamá. Poco después, buscando en un cajón de esos donde guardamos cosas importantes pero miramos poco, me encontré una carta que le envié a mi madre desde Nueva York. Una sola carta, lo cual ya de por sí me levanta preguntas. Está fechada el 19 de diciembre de 1976, y en ella está su nombre, Zayda B. Santiago. Y así, como sin querer, la carta me dice a mí hoy mucho más de lo que me imaginé cuando la escribí en aquel entonces y la puse en el correo.
Desde esa manera de dirigirme a mi mamá. La B es de Buitrago, su apellido paterno. Santiago es el apellido de mi papá, su esposo. Entonces recordé que ella siempre se identificó, a la usanza de la época y el país, como Zayda Buitrago de Santiago. ¿Por qué, entonces, yo decido referirme a ella como Zayda B. Santiago? No puedo creer que sea porque eso es lo que hacen los estadounidenses. Pues es lo que parece, a todas luces. Pero no, me niego a creerlo. Y le busco entonces otras explicaciones. Me veo como antropóloga/historiadora que soy de vocación, examinando un documento escrito por una mujer de 24 años en una carta a su madre desde Nueva York, como si ella fuera otra, no mi yo joven. Mi único recurso es la memoria, y recurro a ella. Pero soy una desmemoriada.
Me ofrezco entonces algunas hipótesis. Por un lado, recuerdo que no me gustó nunca el "de Santiago". Me parecía muy machista referirse a la mujer como "perteneciente a" su esposo. Puedo entender entonces la eliminación de la preposición que indica posesión. Pero...¿el apellido materno? Me reviento los sesos y no logro explicarlo.
Veo otros datos: era mi quinta navidad por los nuyores, extraño las parrandas, tengo que completar cuatro exámenes finales en un mes -precisamente el receso navideño- y tengo vacaciones de Claridad. Ah, y que en El Batey celebraríamos ese año la Nochebuena y despediríamos el año. Lo demás, enfermedades y curaciones, agradecimiento por los regalitos, quejas de que no ha nevado...
Pero divago. No se me ocurre ninguna otra hipótesis sobre la omisión del apellido materno. ¿El patriarcado en mí?
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